Elogio del reencuentro. El hospital y la ciudad.
Pensar el hospital hoy es sin duda alguna una cuestión fundamental, en cuanto que nuestra vida se encuentra ineludiblemente redefinida por el progreso científico de la medicina. El hombre, en su búsqueda insaciable de la existencia, tratara con una medicina, que no interviene únicamente en nuestra relación con la enfermedad o la muerte, si no que nos propone un modo de modificar nuestra relación con la vida. El hospital de hecho, cambia de estatus, se abre a nuestro cotidiano. No se trata de una “heterotopía”, como dice Michel Foucault, es decir, un lugar fuera de la ciudad donde el individuo se encuentra extraído del mundo al que pertenece. Pensar el hospital a principios del siglo XIX, significa que aceptemos que este pertenece en cuerpo y alma a la ciudad, que la medicina a conseguido su deber de transparencia como lo deseaba el conjunto del cuerpo medico y nos permite así integrarlo mejor a nuestro cotidiano. LA arquitectura, en el sentido de bien común, deberá por tanto responder a estas demandas conciliando el lugar del hospital con el medio urbano con la finalidad de que la pareja hombre-medicina aborde con toda serenidad y conciencia los horizontes científicos y sociales futuros.